Los siete accidentes nucleares más importantes de la historia
Pero antes ¿qué tal un poco de contexto?
A finales del siglo XIX, Henri Becquerel se percató de que algunos elementos químicos emitían radiaciones. Ante este descubrimiento, el físico francés, Marie Curie y otros tantos estudiosos comenzaron a investigar la naturaleza de estas radiaciones. No tardaron en descubrir que eran distintas a los ya conocidos rayos X y que, de hecho, poseían sus propias características y tenían su origen en el núcleo atómico. Es en los años 30 cuando Enrico Fermi —físico italiano y uno de los responsables del desarrollo del primer reactor nuclear— produce las primeras fisiones nucleares artificiales tras bombardear con neutrones la friolera de 60 elementos.
El Departamento de Desarrollo de Armamento de la Alemania Nazi elabora el proyecto Uranio durante la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de crear un explosivo nuclear. Pocos años después, bajo el amparo del proyecto Manhattan, se construye el primer reactor nuclear. Parecía que esta novedosa tecnología solo tuviese cabida a la hora de construir bombas. Pero ya en 1940 se manejaba la posibilidad de construir reactores de fisión comerciales para generar electricidad.
Tragedias, fugas y radiación
Accidente de Kyshtym
Ocurrió el 29 de septiembre de 1957 en Rusia, en una planta de producción de plutonio para armas y combustible nucleares. Ocasionó una contaminación radiológica por el río Ob hasta el Océano Ártico. Tuvo una magnitud de nivel 6 en la escala INES (International Nuclear Event Scale).
Incendio de Windscale
Tuvo lugar el 10 de octubre de 1957 en el norte de Inglaterra. Se produjo un incendio en una instalación nuclear con fines militares y, a raíz de este suceso, se emitieron al exterior una gran cantidad de productos radioactivos. Según la escala INES, tuvo una magnitud de nivel 5.
Accidente de Three Mile Island
Ocurrió el 28 de marzo de 1979, en una central nuclear situada en una isla del río Susquehanna, en el noreste de Estados Unidos. Sufrió una fusión parcial del núcleo del reactor y a causa de eso, se produjo una fuga de gases radiactivos a la atmósfera. Obtuvo la magnitud de nivel 5 en la escala INES.
Accidente de Chernóbil
Sucedió el 26 de abril de 1986 en Ucrania. Es considerado uno de los mayores desastres medioambientales de la historia y el más grave en la escala INES. Durante una prueba que simulaba un corte eléctrico, el núcleo del reactor sufrió un sobrecalentamiento que provocó una explosión que se cobró la vida de 2 personas, y posteriormente, la de 29 más a causa de la radioactividad. Alcanzó la magnitud de nivel 7 en la escala INES.
Accidente radiológico de Goiania
Tuvo lugar el 13 de septiembre de 1987 en Brasil, cuando una fuente radioactiva médica en desuso fue robada en el hospital abandonado de Goiania, ocasionando la muerte de 4 personas e hiriendo a 249 más a causa del envenenamiento por radioactividad. Tuvo una magnitud de nivel 5 según la escala INES.
Accidentes de Tokaimura
Dos accidentes acontecidos en Japón, de los cuales el primero tuvo lugar el 11 de marzo de 1997, cuando se ocasionó un fuego y fue extinguido; aunque ese mismo día hubo una explosión sin causar bajas humanas. El segundo accidente ocurrió el 30 de septiembre de 1999, en una planta de reciclaje de combustible nuclear, debido a una negligencia laboral que le costó la vida a 2 personas por la exposición a la radioactividad y 49 más sufrieron daños de diversa gravedad. Obtuvo el nivel 4 de magnitud según la INES.
Accidente nuclear de Fukushima I
Ocurrió el 11 de marzo de 2011 a causa del terremoto y el tsunami que sacudieron la zona oriental de Japón. Sucedieron una serie de incidentes como explosiones en los edificios de los reactores nucleares, fallos en los sistemas de refrigeración, triple fusión del núcleo y liberación de radiación al exterior. Junto con el accidente de Chernóbil, fueron los dos peores accidentes nucleares de la historia, con una valoración de nivel 7 de magnitud en la escala INES.
En conclusión, la energía nuclear ha significado un avance indudable para la tecnología y la calidad de vida del ser humano. Pero cabría preguntarse si, a pesar del impacto medioambiental y las vidas humanas que se ha cobrado, merece la pena continuar dependiendo de centrales nucleares. Desde Nabalia apostamos por una transición responsable y sostenible hacia fuentes de energía limpia y renovables.