España y el viento: Una historia de amor
La energía eólica
La energía eólica es aquella que se obtiene gracias al movimiento del viento. Es decir, la energía cinética que generan las corrientes de aire y que aprovechan los aerogeneradores —o turbinas eólicas— para producir electricidad, sustituyendo aquellas fuentes que tienen como base combustibles fósiles. De este modo también conseguimos reducir la emisión de gases de efecto invernadero y, por ende, la huella de carbono.
A pesar de haber ido evolucionando con el paso del tiempo, las turbinas eólicas que hoy conocemos y que pueblan los parques eólicos fueron elaboradas a principios de la década de 1980.
Esta energía limpia se ha ido posicionando como una de las más competitivas y baratas no solo dentro del abanico de las renovables, sino entre las energías convencionales —nuclear y fósiles— por igual.
Esta fuente de energía renovable es especialmente útil a pequeña escala para abastecer a aquellas regiones lo suficientemente remotas como para no poder tener acceso a la red eléctrica. Además, a parte de los parques eólicos tradicionales, también existen aquellos construidos junto a las costas —denominados marinos u offshore—. El motivo detrás de esta modalidad marina es que las corrientes de aire son más potentes e inmutables en el mar que en tierra firma. No obstante, su construcción y mantenimiento es también más costoso.
Pero, al igual que ocurre con otras fuentes de energía renovable —como la solar o la hidráulica—, la energía eólica tiene una serie de retos que superar, tales como las variaciones climáticas, la necesidad de una enorme capacidad de almacenamiento y fuentes de energía de apoyo, y el requisito de poder exportar o importar energía de localidades vecinas.
Los cinco países más destacados en cuanto al uso de esta fuente de energía renovable son Dinamarca, Estados Unidos, España, Alemania e India. Aunque también cabe resaltar el caso de China, nación que, en pocos años, se ha posicionado como una de las principal potencias en cuanto a capacidad eólica a nivel mundial —aun siendo el mayor consumidor de carbón del mundo—.
Por su parte, Dinamarca generó en 2014 casi el 40 % de su electricidad gracias a los parques eólicos.
España, abanderada de la energía eólica
España ha sido uno de los países pioneros en cuanto al uso del viento como fuente de energía. Desde el comienzo del siglo XXI, las investigaciones y la inversión en el campo de la energía eólica crecieron de sobremanera.
Siete años más tarde, España produjo el 20 % del grueso mundial de energía eléctrica con base eólica. Es en 2015 cuando tiene lugar el máximo histórico de producción de energía gracias al viento, alcanzando la cifra de 17.553 MW —más del doble de lo que podían generar las centrales nucleares españolas—.
Finalmente, en 2016, la potencia generada por la energía eólica era de 23.077 MW, casi un 22 % de la potencia total del sistema eléctrico nacional. Ese mismo año, la energía eólica cubrió casi el 20 % de la demanda de electricidad.
En el marco de la producción de energía fotovoltaica, España se sitúa en cuarto puesto en porcentaje del mix nacional, en sexta posición en relación a producción mundial y de novena en el ranking de capacidad instalada.
Se espera que para finales de 2020 aumente la potencia instalada hasta los 35.000 MW en eólica terrestre y 3.000 MW en eólica marina.
En conclusión, podemos decir que España —gracias a sus condiciones climáticas— ha encontrado una importantísima aliada en la energía eólica. Si seguimos invirtiendo e investigando energía renovables, un futuro en el que nos abastezcamos solo con fuentes limpias parece cada vez más posible.