Internet de las Cosas —IoT— y el medioambiente
Por ello, la evolución de nuestros conocimientos y de nuestros nuevos ingenios no solo no tienen por qué hacer peligrar el bienestar del medioambiente sino que también pueden ayudar a protegerlo e incluso facilitar su recuperación: nuevas formas más eficientes de aprovechar las distintas energías renovables, drones capaces de plantar semillas o estudiar especies en peligro de extinción, etc. En este caso hablaremos del conocido como Internet de las Cosas.
¿Qué es el Internet de las Cosas?
El Internet de las cosas o «Internet of Things» —abreviado IoT— es un concepto que hace referencia a la posibilidad de conectar de forma digital objetos cotidianos, de nuestro día a día, con Internet. De esta forma, podríamos identificarlos y gestionarlos por medio de ordenadores como si lo hiciésemos en persona.
Imagina, por ejemplo, que todos los libros de una librería estuvieran conectados a Internet gracias a dispositivos de identificación; de ese modo, los dueños de la librería sabrían en todo momento qué ejemplares se han agotado o en qué lugar de la librería se encuentran exactamente, cuáles son los más populares en cuanto a ventas, etc. Incluso la luminaria de nuestros hogares puede ser controlada gracias al Internet de las Cosas, controlando el apagado y el encendido en cualquier momento.
Como puedes ver, gracias al Internet de las Cosas, las posibilidades son tan extensas como objetos nos rodean.
¿De qué forma puede ayudar el IoT al cuidado del medioambiente?
El Internet de las Cosas puede ayudar a desarrollar coches inteligentes y totalmente autónomos, capaces de registrar y analizar el movimiento del resto de coches y de ese modo actuar en consecuencia: acelerar, desacelerar y cambiar de carril, todo sin la necesidad de un conductor y a una velocidad constante, ahorran el combustible que se malgasta durante los cambios de velocidad y marcha. De esta forma, además de ser más segura, obtenemos una conducción más eficiente con menos emisiones de gases de efecto invernadero.
El Internet de las Cosas también resulta extremadamente útil a la hora de recuperar especies en peligro de extinción. Con la ayuda de collares u otros accesorios geolocalizadores y el uso adicional de drones, resulta mucho más sencillo y seguro analizar y estudiar la ubicación y los hábitos de dichas especies. Un ejemplo claro de este éxito es el de nuestro lince ibérico.
Los objetos más cotidianos conectados a Internet pueden ayudarnos a evitar enormes derroches de energía y dinero; con una casa inteligente y un «smartphone» podemos gestionar a distancia el apagado o el encendido de las luces de nuestro hogar, la temperatura e incluso la actividad del calentador del agua.
Y hablando de teléfonos inteligentes, gracias a ellos y a diminutos sensores también seremos capaces de analizar la calidad del aire y evitar enfermedades respiratorias. Además de mejorar nuestra salud, este tipo de aplicaciones pueden ayudar a concienciar a la población acerca de los peligros de una calidad deficiente del aire.
Por último, los sensores conectados a Internet pueden ayudar a los agricultores a gestionar sus cultivos de forma más eficiente y sostenible, recibiendo información acerca del clima, la humedad, la luz solar y otros factores y actuando en consecuencia, reduciendo los residuos y la cantidad de agua derrochada.
Como ves, apenas hemos rascado la superficie de la infinidad de posibilidades que ofrece el Internet de las Cosas; posibilidades que no solo nos pueden ayudar y proporcionar comodidad en nuestras tareas diarias y en nuestro bienestar, los objetos inteligentes también pueden asegurarse de que el medioambiente no salga malparado. Y para comenzar a proteger el medioambiente, ¿por qué no te pasas a la energía verde?