¿Qué es un producto biodegradable?
Tipos de degradación
- Degradación aeróbica: Esta degradación es la que se desarrolla en contacto con el oxígeno diatómico —que constituye el 20,8 % del volumen de la atmósfera terrestre—. Y no solo se refiere a los organismos que pueden vivir en contacto con el oxígeno, sino también al proceso de metabolismo aerobio y al ambiente donde se origina. Otro tipo sería el microaerofílico, donde el oxígeno se encuentra a muy baja concentración.
- Degradación anaeróbica: A diferencia de la degradación aerobia, este tipo se desarrolla cuando no se utiliza oxígeno para su descomposición. Si el aceptor final es una molécula orgánica se refiere a metabolismo fermentativo, pero si es una molécula inorgánica esta se referirá a respiración anaeróbica.
Ejemplos de la biodegradabilidad de productos y alimentos:
Efectos negativos de los productos no biodegradables
Son muchos los efectos negativos de estos productos, ya que tardan tanto en descomponerse que el exceso en los vertederos hace que haya infinidad de problemas, desde paisajísticos hasta la degradación del ecosistema de la zona, la calidad del agua, del suelo y del aire.
El exceso de estos productos repercute tanto en seres humanos, animales y plantas, como en la disminución de la calidad del agua que bebemos, la muerte de especies por envenenamiento, la contaminación del aire que respiramos, la destrucción del ecosistema de especies vegetales, etc.
Ventajas de los productos biodegradables
Estos productos tienen un menor impacto ecológico ya que pueden ser descompuestos por la naturaleza relativamente rápido. Son más fáciles y baratos de reciclar ya que en el proceso de reciclaje no hacen falta ciertos productos químicos. Un ejemplo de estos productos biodegradables son los bioplásticos.
Los bioplásticos
Los bioplásticos están abarcando cada vez más terreno, desde los más simples como bolsas de basura, hasta compuestos de automóviles o ciertas aplicaciones médicas. Estos bioplásticos son una clase de plástico sintetizada a partir de elementos vegetales —como el maíz, el aceite de soja o el almidón de la patata— a diferencia de aquellos más tradicionales confeccionados a partir del petróleo, una fuente fósil muy difícil de degradar de manera natural y que, tarde y temprano, verá sus reservas agotadas.
A diferencia de los bioplásticos, los plásticos convencionales se mantienen en el ecosistema durante siglos, con los riesgos que eso conlleva: la obstrucción de alcantarillas, la muerte de animales, la contaminación de océanos, etc. Actualmente, la sociedad lleva a cabo una serie de prácticas para lidiar con estos residuos, tales como la incineración o el reciclaje; no obstante, la combustión de estos plásticos produce gases nocivos y el reciclaje, aunque sea vital, resulta insuficiente y muy costoso.
Aunque la fabricación del bioplástico aún esté muy limitada, su coste no sea competitivo y el material comience a deshacerse en muy poco tiempo, su futuro resulta muy prometedor. Sobre todo si tenemos en cuenta que las características de los bioplásticos se parecen cada vez más a sus equivalente de polietileno y que las reservas de petróleo continúan bajando al tiempo que sube su precio. Por ello, merece la pena apostar cada vez más por estos plásticos biodegradables.
En conclusión, aunque su producción aún no sea competitiva, abogar por un uso cada vez más instaurado de productos y materiales biodegradables es muy importante para la protección del medioambiente de nuestro planeta y la salud y el bienestar de todos sus habitantes.